Incontinencia a cualquier edad

“La incontinencia urinaria se presenta a cualquier edad y no es consecuencia del envejecimiento”

El Doctor Humberto Chiang es enfático en recalcar que no se debe sobre simplificar. “Un paciente no sólo requiere diagnóstico y tratamiento para mejorar su calidad de vida, sino también para asegurarse de que no tiene una enfermedad urológica que ponga en riesgo su vida o que el mal funcionamiento de su vejiga arriesgue, en el largo plazo, perder sus riñones”.


La incontinencia urinaria debe entenderse como una señal de alerta. Así como la luz que se prende en el auto que indica que algo no está funcionando como corresponde y que debemos llevarlo al taller para que el problema no pase a mayores. Es por esto que no se debe sobre simplificar, ya que la detección y el tratamiento oportuno, harán la diferencia en nuestra actual y futura calidad de vida.

En términos generales, una persona debiera ser capaz de orinar solamente en aquellos momentos en que desea hacerlo, por lo que cualquier pérdida, por menor que sea, debe ser estudiada. El doctor Humberto Chiang, urólogo de Clínica Las Condes, explica que se puede presentar a cualquier edad y que no es una consecuencia del envejecimiento.

El especialista, que explica que el 35 o 40 por ciento de las personas ha tenido algún grado de incontinencia en su vida, identifica los tres grupos más sensibles a esta condición: los niños, las mujeres en la etapa pre y post menopáusica y la tercera edad.

En los niños se generan dos fenómenos: la enuresis nocturna, los que se hacen pipí en la cama, fenómeno que tiene que ver con la maduración y que requerirá sólo de cambios conductuales; y la vejiga hiperactiva, aquellos menores que tienen ganas de orinar de manera abrupta y no alcanzan a llegar al baño. Con respecto a este último caso, el doctor Chiang explica que “esto puede ser de origen primario o relacionarse a algunas afecciones neurológicas, como por ejemplo la llamada “médula anclada”, donde la médula espinal no se desarrolla normalmente y al momento en que la columna de los niños crece, se queda anclada a la última vértebra y se tira un poco, lo que hace que no funcione bien”.

En las mujeres en la etapa pre y post menopáusica, existe un grupo importante que ha tenido varios niños y que tiene una incontinencia que se manifiesta como pérdida de algunas gotas de orina al toser, estornudar, hacer un esfuerzo o ir al gimnasio. Al ser estudiada, lo único que presenta es un descenso de la vejiga y la uretra, generado por la laxitud de los tejidos, lo que se produce en la etapa perimenopáusica, embarazos y partos. En estos casos se requerirá tratamiento con fisioterapia, ejercicios (kinesioterapia) y algún medicamento y, aquellos casos más serios pueden requerir cirugía.

Al igual que los niños, las mujeres también pueden tener vejiga hiperactiva, es decir, deben ir al baño más seguido, tienen urgencia al momento de orinar, o pierden orina porque no alcanzan a llegar a tiempo. Por lo general es un fenómeno primario sin un origen neurológico que puede ser tratado con medicamentos y tener enormes posibilidades de éxito. “Aquellas que no responden a los fármacos pueden utilizar neuroestimulación o pueden usar toxina botulínica inyectada en la vejiga (bótox), agrega el especialista.

En la tercera edad la incontinencia es significativa porque les causa un especial deterioro en su calidad de vida. “Son pacientes que no les gusta decir que la padecen porque lo asocian a una consecuencia del envejecimiento y en ese sentido es asumir que están un poco más viejitos y tratan de ocultarlo, lo que les hace sufrir la incontinencia de una manera absolutamente solitaria” explica el urólogo. “Dejan de ir a juntarse con los amigos, de ir al cine, de visita, lo que deriva en que caminan menos y deterioran su capacidad cognitiva”.

Este tipo de pacientes son en general, el que responde más fácilmente a las terapias conductuales, a los cambios de hábito, medicamentos y a medidas poco invasivas, por ejemplo, ingerir menos líquido en la noche, tomar los diuréticos más temprano y reposar con las piernas arriba para eliminar el edema antes de dormirse.

En la actualidad, el mercado nacional ofrece una amplia gama de productos creados y diseñados para cubrir especialmente todas las necesidades según el grado de incontinencia. Podemos encontrar desde toallas, apósitos, protectores y sabanillas para grados leves, hasta ropa interior desechable y pañales para grados mayores. Son artículos elaborados con cubiertas suaves que protegen la piel manteniéndola seca, gel absorbente que gelatiniza los fluidos, cintas adhesivas replegables, neutralizador de olores, barreras antidesbordes e incluso indicadores de humedad.

Para el doctor Chiang es clave aclarar que cada caso es particular y con un tratamiento único. “Un paciente no sólo requiere diagnóstico y tratamiento para mejorar su calidad de vida, sino también para asegurarse de que no tiene una enfermedad urológica que ponga en riesgo su vida o que el mal funcionamiento de su vejiga arriesgue en el largo plazo perder sus riñones”, agrega el especialista.

La detección de la incontinencia urinaria considera desde una entrevista que permita generar un diagnóstico presuntivo y hacer un primer análisis, hasta exámenes de orina y ecotomografías. En una segunda etapa, se puede solicitar una cartilla miccional (un registro de frecuencia y volumen urinario) y estudios más especializados, como el urodinámico (se lleva a cabo con un catéter en la vejiga, la que se llena con suero y se conecta a un computador para reproducir el funcionamiento de la vejiga y saber con precisión qué no funciona); y la cistoscopía (una endoscopía que permite ver por dentro la vejiga, uretra y próstata para visualizar cualquier alteración de la anatomía). Otros exámenes más sofisticados que también se solicitan en algunos casos, son la resonancia magnética o un scanner de vejiga y uretra.

De no tratarse, la incontinencia puede generar complicaciones que van desde las infecciones urinarias y vaginales, problemas en la piel hasta alteraciones renales, que pueden producir dilatación de los riñones, infecciones y cálculos, lo que a largo plazo puede llevar a un deterioro de la función renal y a una insuficiencia.

Lo fundamental es tomar conciencia de que no estamos frente a una condición terminal sino a un síntoma que nos pone en alerta frente a algo que está ocurriendo en nuestro organismo. Y que la mayor cantidad de los pacientes se va a beneficiar con medidas muy sencillas que van desde cambios conductuales, ejercicios, medicamentos y productos sanitarios que buscan dar confort resguardando los factores estéticos, de sanidad y de acceso y que sin duda permitirán mantener una buena calidad de vida.